Comentario Editorial de Gregorio Reyes
RASTREAR A LOS VIVOS
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SIN QUITARLE NI PONERLE
Los Mochis Sinaloa, miércoles 8 de abril de 2020.- Primero que nada quiero decir que el comentario de hoy no tiene como propósito ofender a ese cada vez más nutrido grupo de mujeres, principalmente madres de familia, que se han dado a la tarea de buscar en fosas clandestinas los cuerpos sin vida de sus seres queridos, abatidos la mayoría por manos criminales.
La prensa y las redes sociales dan cuenta del trabajo arduo, persistente y valiente que realizan, solo con la finalidad de saber el paradero de sus seres queridos, y en su caso, darles cristiana sepultura.
Imagino el dolor de una madre de familia, padre, hermanos, esposas e hijos de alguien que simplemente desapareció sin dejar huella. La desesperación por no saber si vive o muere, si está sano o enfermo, un viacrucis que supongo termina hasta comprobar que fue sepultado en una fosa clandestina de donde pueden recuperarse sus restos, y si es el caso, colocarlos en la cripta familiar.
Hasta ahí todo está bien.
Pero hoy quiero dirigirme a las madres de familia que no pertenecen a ningún grupo de rastreadoras, pero que tienen hijos adolescentes y jóvenes, sujetos a las mil tentaciones que ofrece la vida, aparentemente fácil del narco y la delincuencia.
Que tal si empezamos por rastrear a los vivos, a nuestros hijos, parientes ó vecinos que sabemos que están en la etapa de la tentación de caer seducidos por el dinero fácil, por las drogas, o en su defecto, sometidos por criminales para ponerlos a su servicio y mandarlos como carne de cañón a la línea de fuego con sus opositores o competidores?.
Nos urge dedicar más tiempo a rastrear a los vivos, enterarnos a tiempo cuando sus compañías no son las más apropiadas, cuando de pronto están fumando de más, bebiendo de más, comprando cosas que no corresponden a su nivel de ingreso.
Como dije al inicio, aplaudo el valor y la entrega de las mujeres rastreadoras que no se dejan vencer por el cansancio ni el miedo y que algunas ni siquiera abandonan la búsqueda cuando han encontrado los restos de sus seres queridos, sino que siguen trabajando en solidaridad con otras madres con las que las hermana el dolor.
Tendría un especial valor que en el rastreo de los vivos no solo fueran las madres o las amas de casa las que busquen con afán a sus hijos sino que en esa tarea nos sumemos también los padres de familia, los hermanos mayores, tíos o abuelos, todos en un rastreo permanente de aquellos que tenemos cerca, saber dónde están y que hacen.
Hace poco una madre de familia me dio una gran lección. Me dijo: mataron a mi hijo y le llore dos años. Hice una devoción ir cada mañana al panteón a llevarle flores, pero un día me di cuenta que el tiempo que le dedicaba al muerto se lo estaba quitando a mis hijos vivos y al sentir que los empezaba a perder, tuve que cambiar y ponerles cuidado.
Por favor padres y madres de familia, hay que rastrear a nuestros hijos vivos.