Comentario Editorial de Gregorio Reyes
Todo empieza en el HOGAR
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Gregorio Reyes Figueroa/Comentario Editorial Sin quitarle ni Ponerle
Los Mochis Sinaloa, viernes 8 de noviembre de 2019.-
La máxima es: los hijos son el reflejo de sus padres, en virtud de que el primer modelo que tienen los hijos para aprender y reaccionar ante la vida son precisamente los padres, quienes al inculcar valores y disciplina pueden formar excelentes ciudadanos, pero de lo contrario, son lacras humanas las que están entregando a la sociedad.
Porque una cosa es el amor de los padres hacia los hijos y otra muy distinta es dejar de cumplir la obligación de educarlos, y bajo el pretexto del amor, dejarlos hacer lo que les venga en gana, pues aquí podría cumplirse ese principio popular que dice: cría cuervos y te sacarán los ojos, en otras palabras, tus propios hijos te harán daño.
Pues le cuento que luego del ataque con cuchillo que acabó con la vida de turistas mexicanos en Jordania, el padre del agresor pidió la pena de muerte para su hijo.En declaraciones para medios de comunicación, Mahmoud Abu Touaima afirmó que quien comete este tipo de actos debe de ser colgado.
“Cualquiera que comete tales actos debería ser colgado, asesinado, eliminado. Yo lo estrangularía porque nadie debe hacer eso”. El hombre agregó que luego de lo ocurrido ya sólo tiene tres hijos, “no cuatro”.
El atacante fue identificado como Mustafa Abu Touameh y de acuerdo con la Dirección de Seguridad Pública jordana, el agresor es un hombre buscado por la justicia que cuando las fuerzas de seguridad se disponían a detenerle, atacó a los visitantes de la zona arqueológica de Jerash.
Ahora bien, usted como padre se atrevería a pedir la pena máxima para un hijo por cometer un delito semejante?. Probablemente no, especialmente porque en México no existe la pena de muerte y porque además nuestro sistema de justicia penal es tan inservible que no ha podido contener el índice de criminalidad, por más delincuentes que son detenidos a diario.
Me recuerda este caso la salomónica decisión que se cuenta adoptó el jefe policiaco de una antigua comunidad rural, cuando al tomar posesión del cargo anunció su primera decisión contra la delincuencia. Dijo que derribaría la cárcel y despediría a los policías porque ya no se iban a necesitar. Tampoco necesitaría muchas patrullas ni armas.
Y dijo: de ahora en adelante solamente tendremos una celda para un solo delincuente. Cuando otro cometa un delito que amerite llevarlo a prisión, sacaremos al que esté dentro y le daremos muerte para darle el campo al otro nuevo, y el tercero que cometa otro crimen irá a esa misma prisión, pero como solo tendremos espacio para uno, daremos muerte al segundo y así sucesivamente.
El relato cuenta que en unas cuantas semanas los delitos bajaron porque los delincuentes sabían que al entrar a la cárcel no saldrían vivos, sino en un estuche de panteón. Los más malos huyeron del pueblo, pero la ciudadanía recuperó la tranquilidad. Claro que entonces no había tantos jueces, ministerios públicos, ni defensores de derechos humanos, pero en su momento fue una manera de acabar con las lacras humanas cuyo corazón está envenenado por la maldad.